El cáncer de todos los tipos, es actualmente la 2da causa de muerte a nivel mundial. Esta estadística, se incrementa cada vez más y se espera que en los próximos años, supere a las muertes por causa cardiovascular, tomando así el primer lugar.
El abordaje que se realiza de manera “ortodoxa”, ha resultado ineficaz para detener la prevalencia y mortalidad. Desde 1950 hasta nuestros días, se aplica la quimioterapia exclusivamente y con el paso de más de 70 años de quimio, radioterapia y cirugía, no se ha logrado reducir esta alarmante situación, al contrario, los severos efectos secundarios de la quimioterapia son ampliamente conocidos por expertos y público en general.
Aclaro desde un principio, que no estoy en contra de la quimioterapia como herramienta de uso terapéutico, que puede ser de gran utilidad en casos y situaciones muy particulares, sin embargo, SIEMPRE, debe ser acompañada, de otras tecnologías médicas que tienen validez científica y que en múltiples estudios clínicos y a través de la historia, han comprobado su efectividad en el tratamiento del cáncer y sin efectos secundarios de ningún tipo.
Cuando estas terapéuticas son utilizadas junto a la quimioterapia, disminuyen drásticamente sus efectos secundarios y potencian sus efectos y “beneficios”.